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«La inteligencia artificial (IA) ha demostrado ser una fuerza transformadora en diversos campos, y la educación no es una excepción. Con el avance acelerado de la tecnología, la IA se ha convertido en una herramienta poderosa que está revolucionando la forma en que los estudiantes aprenden y los educadores enseñan. En este contexto, los sistemas de chat basados en IA, como ChatGPT, están emergiendo como una solución innovadora que mejora la experiencia educativa y abre nuevas posibilidades para el aprendizaje personalizado».

El párrafo anterior no es obra de un redactor humano, sino que ha sido generado por el propio ChatGPT, al que se le ha pedido que escribiese el arranque de un artículo periodístico sobre el impacto de la inteligencia artificial en el ámbito educativo.

A finales de noviembre de 2022, la empresa estadounidense OpenAI lanzó esta herramienta, un modelo de inteligencia artificial que es capaz de generar textos articulados de forma coherente y con un lenguaje natural. Casi de manera inmediata, su impacto en el ámbito educativo ha sido enorme, ya que alumnos y profesores han comenzado a utilizarla de manera generalizada, aplicándola a numerosos procesos, desde la resolución de dudas hasta la generación de contenidos didácticos. Su potencial en este terreno es incuestionable, en lo positivo pero también en lo negativo, lo que ha provocado que una pregunta se repita cada vez con mayor insistencia: ¿Es necesario cambiar las reglas del juego a partir de ahora?

Al igual que otras herramientas de inteligencia artificial generativa, ChatGPT no copia y pega, sino que genera cada texto de manera espontánea, por lo que estos siempre son diferentes. De hecho, lo hace tan bien que resulta difícil distinguir que quien habla es una máquina y no un interlocutor humano. El primer párrafo de este reportaje es un buen ejemplo de ello.

Para lograrlo, se basa en el aprendizaje automático, buscando patrones en bases de datos masivas, que incluyen todo tipo de textos, artículos, documentos, libros, foros… De esta manera, es capaz de generar discursos similares a cómo hablan y escriben los humanos en tiempo real, aunque su funcionamiento no es, ni mucho menos, perfecto. «Básicamente, ChatGPT predice cuál es la próxima palabra para completar un texto, pero no tiene ningún tipo de representación, ningún modelo mental de lo que está haciendo. Sencillamente, intenta predecir cuál es la siguiente palabra que tiene más sentido», explica a RTVE.es Robert Clarisó, profesor de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), quien asegura que «está entrenado con muchos datos, y esto hace que tenga un comportamiento que puede parecer inteligente, pero en el fondo no sabe lo que está haciendo».

Según Clarisó, esta ausencia de capacidad reflexiva está asociada inevitablemente a errores, un problema que «no va a poder resolver», independientemente del entrenamiento al que se someta, «a no ser que salga otra generación de herramientas con una arquitectura diferente y funcione de manera distinta».

Las «alucinaciones» de la inteligencia artificial

Que los textos generados por ChatGPT sean coherentes no significa necesariamente que también sean veraces, por lo que uno de los principales defectos de estos programas son sus continuas imprecisiones y afirmaciones falsas -conocidas como «alucinaciones»-, lo que puede suponer un problema importante desde el punto de vista educativo. «Son herramientas muy potentes para integrarlas de manera transversal en la propia clase, y hay que saber aprovechar su potencial, teniendo en cuenta que también tienen riesgos importantes», expresa a RTVE.es María del Mar Sánchez Vera, profesora de la Universidad de Murcia, en la que es miembro del Grupo de Investigación de Tecnología Educativa (GITE).

Por ello, esta experta cree que «primero es necesario llevar a cabo una alfabetización digital básica, enseñar a usar esta herramienta, porque cuando tú entiendes cómo funciona, comprendes por qué hay información que te da que no es cierta, que se la inventa. Así, dejaremos de usar una serie de habilidades pero aprovecharemos otras». «Es muy importante enseñar sobre inteligencia artificial en sí misma, para movernos en el mundo en el que estamos donde los algoritmos tienen muchísimo poder», recalca.

La irrupción de los modelos de lenguaje basados en inteligencia artificial generativa, cuya herramienta más popular es ChatGPT, ya se ha notado en las aulas, donde no solo los alumnos han comenzado a integrarla en sus labores diarias. Los profesores también han empezado a utilizar ChatGPT para múltiples tareas, como explorar nuevos enfoques pedagógicos, buscar recursos didácticos, obtener ideas o resolver dudas. Sin embargo, son muchos los que se muestran escépticos ante ese papel revolucionario que se le ha otorgado casi de manera inmediata.

«Se trata de una tecnología que aún está en pruebas, y por el momento no ha sido pensada para la educación, por lo que no podemos asumir automáticamente que va transformarla o va a tener un impacto directo en ella», declara a RTVE.es Carmen Fernández Morante, profesora de Ciencias de la Educación de la Universidade de Santiago de Compostela. Además, alude a otro riesgo para ella fundamental, que no es otro que la opacidad que caracteriza a estas herramientas, lo que puede repercutir negativamente en la calidad del conocimiento generado: «Esta tecnología bebe de unas fuentes que desconocemos. No sabemos si respeta los derechos de autor, si incluye todas las fuentes o si lo hace de manera sesgada».

«El problema es que surgen continuamente tecnologías emergentes y de manera automática se intenta transferir la idea de que van a cambiar la educación, cuando sabemos que una tecnología para que transforme la educación primero tiene que estar madura, y segundo tiene que haber una experimentación educativa con ella que avale que realmente ayuda en el proceso», prosigue esta especialista. «Estamos viviendo lo habitual: lanzamiento de una tecnología, y un pico grande de inflación de expectativas que se va a ir deshinchando, lo que no quiere decir que la inteligencia artificial no tenga un futuro prometedor. Y en educación, con un buen enfoque, también», opina.

¿Está amenazada la profesión de docente?

Igual que ha ocurrido con otras muchas profesiones, la irrupción de la inteligencia artificial en las aulas también ha sido vista como una amenaza directa para el docente, cuya labor podría verse debilitada en este nuevo contexto. Aunque nada más lejos de la realidad. «El rol del profesor, desde mi punto de vista, se hace más importante que nunca, especialmente aquellos que integren modelos y desarrollen competencias», afirma María del Mar Sánchez Vera, de la Universidad de Murcia. «Antes, el conocimiento y la información estaban en la escuela, en las universidades, pero ahora la información está en la red, y el docente lo que tiene que hacer es facilitar y ayudar a que esa información se convierta en conocimiento. Su rol se transforma, pero quizá es más importante que nunca», reflexiona.

Pero si el impacto desde el punto de vista docente ha sido grande, aún ha sido mayor entre los alumnos, que disponen de un arma de doble filo capaz de automatizar los procesos más rutinarios y ayudarles en múltiples aspectos, aunque también de la chuleta más potente que ha existido nunca, en forma de herramienta que puede invitar a la ley del mínimo esfuerzo, al plagio y a la trampa. Esto hace que quizá el verdadero desafío de los profesores no sea impedir el uso de estos programas por parte de los estudiantes, sino integrarlos en los sistemas educativos, fomentando capacidades como el pensamiento crítico o la creatividad.

«La irrupción de herramientas como ChatGPT se está notando, y además en tiempo récord. En diciembre, tú preguntabas a estudiantes que si lo conocían, y muchos te decían que no, pero en apenas unos meses se ha extendido de una forma impresionante, tanto en enseñanzas universitarias como no universitarias», describe a RTVE.es Antonio Amante, presidente de la Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes (CANAE), quien considera que se trata de una «buena herramienta», ya que «al fin y al cabo, lo que hace es reducir el tiempo que tú dedicas a desempeñar una actividad».

Este estudiante de Ciencias Políticas destaca que «siempre seguirán siendo necesarias la parte creativa y la parte crítica del alumno», y que ese componente humano «no lo puede aportar una máquina». «No veo ningún problema. Al contrario, lo veo como una oportunidad que hay que aprovechar», asegura, aunque cree que «hay que actualizar los actuales instrumentos de evaluación y los sistemas de calificación, porque la inteligencia artificial irrumpe de una forma muy directa y estamos cambiando de ciclo».

El debate de los deberes

Otra de las cuestiones que plantea el uso generalizado de ChatGPT entre los alumnos es si los deberes en horario no lectivo siguen teniendo sentido, al menos tal y como se han planteado en los últimos años. Aunque no se trata de un debate nuevo. «Ese concepto de deberes con una carga de trabajo inmensa para que el alumno lo haga en casa estaba ya siendo cuestionada desde hace tiempo», expresa María del Mar Sánchez Vera, quien afirma que estas nuevas herramientas «al final a mí me hacen darme cuenta de que tenemos que prestar más atención a lo que hacemos en el aula. No prestar tanta atención a los productos sino a los procesos, a cómo los alumnos van construyendo el conocimiento, y que hay determinadas tareas repetitivas que en determinadas edades quizá no tengan tanto sentido».

La también profesora universitaria Carmen Fernández Morante coincide en que las nuevas herramientas de inteligencia artificial «tienen que alterar el sistema de evaluación», y las califica como «oportunidad». «Nosotros en Bolonia hablábamos de un aprendizaje más personalizado, basado en el aprendizaje activo, donde el alumno crea, construye y aprende. Pero realmente Bolonia eso no lo ha conseguido, ya que seguimos manteniendo un enfoque tradicional, básicamente memorístico, con exámenes convencionales, evaluación finalista sumativa… Pues estamos ante una oportunidad para repensar eso».

«¿Impedir su uso? De ninguna manera, pero ni con esta ni con ninguna tecnología. Tenemos que anticiparnos y capacitar esa alfabetización digital y mediática que es urgente para los ciudadanos, y prepararlos para usarla con autonomía, seguridad y capacidad de crítica. Ponerle puertas al campo no tiene ningún sentido», valora esta docente.

Robert Clarisó, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), compara la llegada a las aulas de ChatGPT con la de las calculadoras. «Igual que cuando aprendemos a multiplicar no está permitido utilizar una calculadora, pero más adelante forma parte del arsenal habitual de herramientas. O igual que no te permiten utilizar el corrector ortográfico cuando estás aprendiendo ortografía, pero más adelante no solo se permite, sino que se espera que se utilice, yo lo que pienso es que se generalizará este tipo de herramientas para mejorar el resultado de tareas más sofisticadas», prevé.

Para concluir, le pedimos a ChatGPT que cierre este artículo con un último párrafo, en el que también destaque sus aspectos negativos. Y su opinión no es muy diferente de la de los especialistas consultados por RTVE.es, especialmente su frase final. Esta ha sido la respuesta:

«En resumen, el uso de ChatGPT y la inteligencia artificial en la educación tiene beneficios como la personalización del aprendizaje y el acceso instantáneo a la información. Sin embargo, también plantea desafíos como la disminución de la creatividad, las brechas digitales y la preocupación por la privacidad. Es crucial encontrar un equilibrio entre la tecnología y los aspectos humanos del aprendizaje». RTVE

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